Contenedores de plástico: las humildes figuras encargadas de la gestión cotidiana

¿Qué acciones realizaríamos sin ellos? Los frascos de plástico han almacenado comidas, ordenado refrigeradores, guardado utensilios perdidos y guardado libros a medianoche. Todos los encontramos apilados en alguna esquina, con tapas sin hogar o repletas de lo que un día se conoció como estantes de metal. Ninguna persona les hace una oda, pero merecen más consideración.

En ocasiones parece que se propagan por sí mismos. ¿Quién no ha abrido un cajón y hallado un contenedor que no olvida haber adquirido? Es un enigma en el hogar, casi una parábola sobre lo ineludible. Sin embargo, a pesar de que existe la duda de que se reproducen como conejos, la verdad es que cada caja desempeña un papel. Es arte y ciencia distinguir las lentejas de ayer del arroz de mañana.

Lejos de ser sencillas, están presentes en mil formas y tonalidades. Esbeltos, cerrados, redondos, cuadrados, de tamaño reducido o enorme para la barbacoa dominical. Cada uno parece diseñado con un propósito encubierto, casi como si adelantaran sorpresas inesperadas. Existen personas que juran por aquellos con cierre de presión, resguardando las galletas de la humedad y los dedos curiosos de los niños.

Actualmente, la eterna batalla: tapas sin fundamento, fundamentos sin tapa. El enigma de la cocina diaria. Algunos incluso han superado viajes a la playa o recorridos por el parque, con arena adherida como emblema de aventuras.

No solo se utilizan en el comedor. Entonces, comparte cualquier despensa y observarás. Encontran refugio en tornillos, botones sueltos, bisutería, legumbres e incluso en pilas desgastadas. Actúan como arcas en los que el desorden se transforma en orden. Un sencillo contenedor, de pronto, previene conflictos acerca de quién dejó eso abandonado en el salón.

Desde hace años, el plástico se encuentra en el foco del huracán ecológico. Surge la tendencia a preferir alternativas biodegradables o reutilizables. Y a pesar de que los antiguos no son ideales, soportan tantos usos que se han convertido casi en recuerdos familiares. El tupper “legado” de la abuela persiste en numerosas neveras, con marcas de microondas pero leal al servicio.

Una elección acertada no es ciencia ficción. Los transparentes permiten descubrir qué contienen sin abrirlos todos como si fueran una caja inesperada. El estante se llena de colores, aunque existen personas que prefieren la sobriedad translúcida. Y ojo, hay algunos que son incluso adecuados para el horno o el congelador, tan adaptables como una navaja suiza.

Afirman que lo esencial se encuentra dentro, pero con los recipientes de plástico, la carcasa también tiene relevancia. ¿Salsas que no puedan escapar? ¡Miracle diario! Fotones de microondas que no rompen la superficie. La etiqueta de agua que evidencia 92 lavados en lavabos. En este lugar, cada cicatriz relata una batalla guardada, un banquete guardado o una tarde de organización que desmanteló el desorden.

En ocasiones, incluso los olvidamos en el lugar de trabajo. Sin embargo, tarde o temprano, volvieron. Como un bumerán, ese contenedor volverá a terminar en el hogar, inundando memorias (y quizás aún fragmentos de ensalada). Porque si la vida se transformase en una despensa, el recipiente de plástico sería ese almacén esencial que nunca imaginábamos que requeríamos tanto.